El comedor

Lo que me dictase el corazón...Si lo hubiera hecho, me habría abrazado a él, habría vuelto a saborear sus labios, no me separaría de él. Pero el corazón solía ser bastante poco práctico a la hora de vivir. Cerré los ojos, tratando de no escuchar sus palabras, de no mirarle a los ojos. Si lo hacía, no sería capaz de darle la espalda y salir de allí.
-No sientes lo que dices. Ahora...Ahora sueltas palabras bonitas y encandiladoras, pero son sólo espejismos. Tienes razón, no creo en los cuentos de hadas. Hace mucho que dejé de hacerlo.
Me levanté y con tranquilidad eché a andar hacia la puerta. Quise correr, huir, para poder llorar, para que no doliese cada paso que me alejaba de Pierce. Pero por mi orgullo, ese estúpido orgullo que había vuelto a ganar la partida de ajedrez contra mi corazón, me mantuvo con la cabeza alta hasta que salí dando un portazo.

Jo, ¿me habré pasado? Me dan pena...Bah, da igual xDD

Debería haber parado antes. Todo se había alterado. Quise aferrarme a su brazo, hacer que me mirase y volver a decirle todo lo que la quería. Aunque me doliese, sabía que no serviría de nada. Aguanté el impulso de romper a llorar. Si todo había terminado de esa manera, lo menos que podía hacer era ser fuerte y no anegarme en lágrimas. No ahora, no delante de ella. Podía aguantar unos minutos más.
- Deja de engañarte... -se me entrecortaba la voz, una pequeña fisura daba paso al terremoto -, por favor.
Se fue. Y con su huída, llegaron mis lamentaciones. Salían a borbotones. Alternaban su bajada a un ritmo ajetreado, desde la pupila hasta la mejilla, para estallar contra el suelo. Elevé la mano, con el puño cerrado, y dí un fuerte golpe en la mesa.
- ¡JODER! -exclamé con todas mis fuerzas mientras me desplomaba en el suelo, con la cabeza gacha entre las piernas.
Volví a sucumbir en la debilidad de mis lágrimas.

Eres cruel, pero así hay más juego

Sonreí al ver las galletas. Lo primero que comí cuando volví a estar consciente. Me recordaba a muchas cosas buenas, a Andy y a Eyki, con su... rebuscado saludo. Cogí la bolsa como si dentro hubiera un tesoro.
- Ga... ¡¡Galletas!!
Cogí una y la miré con cariño. La mordí y dejé que todos aquellos sabores bailaran en mi boca, cerrando los ojos. Cuando volví a abrirlos, me reí.
Había al fondo de la sala un chico que parecía triste, pero no le dije nada. Por que, simplemente no sabría que decirle.
- Ojalá hubiera un poco de leche...
Miré a los dos lados de la mesa y encontré una botella con el susodicho líquido. Habñia también vasos. Lógico, acababa de pasar una hora de comer...
- Mira tú por donde. ¿Quieres?

- ¡Claro! - dije, mirandola cariñosamente. - aunque de momento es mejor vivir en el presente, porque este presente es fantástico. -dije, mientras la besaba. Ahora Ángela sabía a leche con galletas.
- Por otra parte -dije, separandome lo justo como para poder mirarla. - Dudo que me decepciones nunca. Te quiero y tú me quieres, y eso basta. No pensemos en el futuro, creo que es una bonita forma de perderse el presente.
Un día me tendría que hacer mirar estas ligeras pinceladas filosóficas que me salían a veces.
- Dime, Ángela... -paré un momento para pensar la pregunta.- ¿Qué es lo que más te gusta de mí?

No pude sino sonreír ante sus explicaciones. Era genial.
- ¿Yo? ¿Qué vi en ti? - la pregunta me hizo pensar durante un momento, puesto que no podía tomarse a la ligera.
- Supongo que nada más verte me enamoré de tus ojos, nunca vi unos de iguales, de tu boca a la que nadie podría resistirse, de tus colmillos punzantes que me vuelven loco y... -recapitulé y sonreí - y de ese lunar, que es divino de la muerte! -bromeé.
Más en serio añadí:
- Y una vez te conocí, me enamoré de tu bondad, de tu insistencia de protegernos a todos, de tu alegría y... - reí por lo bajo. - ¿He mencionado tus colmillos? -terminé, riéndome de mí mismo.

(si esque adoro los colmillitos *-* xDD)