La Enfermería

Había acabado por ignorarlos a todos y a todas, volviéndome a sentar en la cama como si tal cosa, con la vista ida, vacía, clavada en algún punto inconcreto, sumergida en mundos poco recomendables... en esa única clase de mundos que mi mente era capaz de crear en aquellos instantes. Nada alegre, nada luminoso. Cerré los ojos, y me pasé una mano por el rostro. Me dolió hacerlo, y recordé mi herida. Puse una mueca, y también me puse en pie, venciendo mi agotamiento, rebelándome a él... Rebelándome, sí... no me costó demasiado, lo hacía a menudo. Con el estómago revuelto, me olvidé por quincuajésima vez de mi necesidad alimenticia. Me dio igual, hacía ya tiempo que me daba igual y así estaba... pero hasta ahora, estaba bien.
Ahora prefería no pensar como estaba.
Y casi sin darme cuenta, en pie, empecé a caminar. Casi sin darme cuenta, también salí de allí, con paso silencioso, sigiloso... cargando con un instinto involuntario, que a pesar de estar caminando en una torre llena de alumnos, me obligaba a moverme como un depredador.
Tsk.