La Enfermería
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La Enfermería
Una habitación vasta en tamaño y en recursos medicinales se abre ante vuestros ojos. Con importantes hileras de camas bien cuidadas, la enfermería también cuenta con un amplio número de armarios y cajones repletos de vendas, remedios y sólo Dios sabe cuántas cosas más... si en algún momento cuentas con una herida, o un malestar inexplicable machaca tus huesos, no dudes en acudir aquí, la puerta siempre está abierta para los alumnos de la torre.
Abel Eliade- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 17/12/2009
Localización : Anger City
Re: La Enfermería
El sol no me daba, supuse que sería de noche. De todos modos, aunque fuera de día... la oscura aura que me rodeaba no dejaría que los rayos de luz alcanzasen la pálida piel de mi rostro. Daba igual... Me daba igual. Instalado en la última cama de la enfermería, allá perdido en un rincón, dejaba que las heridas terminasen de sanar con total desgana, simplemente... esperando a que mi cuerpo volviese a reaccionar con normalidad, y así poder hacer... algo.
Cerré los ojos, llevándome ambas manos al rostro, escudándome en una oscuridad todavía mayor. Debía pensar, lo sabía, pero mis pensamientos y sentimientos se entremezclaban en mi cabeza con la violencia de una tormenta sin fin. La ácida negrura regaba mi mente, y malas hierbas corruptas de muerte nacían de esa tierra fértil únicamente para el nacimiento de dolor... de asco... de odio.
Mi puño se estrelló contra el muro, y sin razón aparente, mi rostro se contrajo en una mueca de ira. Rechiné los dientes, notando como la sangre empezaba a bañar mis nudillos.
No lo soportaba.
No me soportaba.
Cerré los ojos, llevándome ambas manos al rostro, escudándome en una oscuridad todavía mayor. Debía pensar, lo sabía, pero mis pensamientos y sentimientos se entremezclaban en mi cabeza con la violencia de una tormenta sin fin. La ácida negrura regaba mi mente, y malas hierbas corruptas de muerte nacían de esa tierra fértil únicamente para el nacimiento de dolor... de asco... de odio.
Mi puño se estrelló contra el muro, y sin razón aparente, mi rostro se contrajo en una mueca de ira. Rechiné los dientes, notando como la sangre empezaba a bañar mis nudillos.
No lo soportaba.
No me soportaba.
Abel Eliade- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 17/12/2009
Localización : Anger City
Re: La Enfermería
Paseaba, pensando. Para variar.
Todo se había complicado en muy poco tiempo. Primeramente, habían aparecido en "mi" torre un grupo de adolescentes sobrehormonados y rebeldes. Y eso era un gran estorbo. Pero bueno, había que hacerse el héroe y acogerles. No podía mancharme con más sangre.
Entonces no podía hacerme con lo que buscaba. El báculo que aún segía tirado en el suelo de la sala abandonada donde llegaron. Mi liberación limitada. Tan limitada...
Segundo, se me habían colado dos licántropos en la torre y eso...
Hablando del rey de roma, en ése momento pasaba por delante de la enfermería. Me acerqué y me apoyé en el marco de la puerta.
- Buenas tardes, Abel.
Todo se había complicado en muy poco tiempo. Primeramente, habían aparecido en "mi" torre un grupo de adolescentes sobrehormonados y rebeldes. Y eso era un gran estorbo. Pero bueno, había que hacerse el héroe y acogerles. No podía mancharme con más sangre.
Entonces no podía hacerme con lo que buscaba. El báculo que aún segía tirado en el suelo de la sala abandonada donde llegaron. Mi liberación limitada. Tan limitada...
Segundo, se me habían colado dos licántropos en la torre y eso...
Hablando del rey de roma, en ése momento pasaba por delante de la enfermería. Me acerqué y me apoyé en el marco de la puerta.
- Buenas tardes, Abel.
Re: La Enfermería
La sangre manchó la sábana en cuanto dejé reposar mi mano sobre mi regazo... pero pronto, la herida dejó de sangrar, muy pronto, por cierto. Demasiado pronto. Esbocé una media sonrisa más oscura que el negro. ¿Dónde había ido a parar? ¿Hasta dónde estaba encadenado? ¿Cuanto más me iba a asfixiar el correoso collar de animal? ¿Cuándo podría...?
Me tensé al instante. Un aroma familiar y no especialmente querido empezaba a invadir tímidamente el ambiente. No me hizo falta meditarlo demasiado para reconocer tal olor, del mismo modo que por mi buen oído, el sonido de los pasos de Vharriel me indicaron que se estaba acercando aquí. Su voz saludándome, también me confirmó que la enfermería parecía ser su meta. Mierda.
Mis ojos se entrecerraron, convirtiéndose en dos finas rendijas de frío acero. Ambas pupilas se desplazaron a la esquina de mis ojos, pudiendo observar al elfo de reojo, casi desdeñosamente. No me digné en devolverle el saludo, pero...
Mi mirada volvió a moverse, esta vez, clavándose en el techo. Mis cejas níveas se fruncieron, y mi boca se entreabrió. Algunos pensamientos que habían rondado peligrosamente por mi mente empezaban a reclamar poder salir a la luz. Por esta vez, accedí a expresarme.
-Tú que pareces saber tanto, y de veras, espero que eso no quede en mera apariencia... -dije, con una voz clara, casi melodiosa, pero terriblemente controlada- Tú debes saber sobre... gentes, o... pseudo-gentes como yo, ¿verdad? Tú, dime la verdad... ¿Hay algún remedio contra esto? -... a parte de la muerte, claro. Pero eso no lo dije.
Me tensé al instante. Un aroma familiar y no especialmente querido empezaba a invadir tímidamente el ambiente. No me hizo falta meditarlo demasiado para reconocer tal olor, del mismo modo que por mi buen oído, el sonido de los pasos de Vharriel me indicaron que se estaba acercando aquí. Su voz saludándome, también me confirmó que la enfermería parecía ser su meta. Mierda.
Mis ojos se entrecerraron, convirtiéndose en dos finas rendijas de frío acero. Ambas pupilas se desplazaron a la esquina de mis ojos, pudiendo observar al elfo de reojo, casi desdeñosamente. No me digné en devolverle el saludo, pero...
Mi mirada volvió a moverse, esta vez, clavándose en el techo. Mis cejas níveas se fruncieron, y mi boca se entreabrió. Algunos pensamientos que habían rondado peligrosamente por mi mente empezaban a reclamar poder salir a la luz. Por esta vez, accedí a expresarme.
-Tú que pareces saber tanto, y de veras, espero que eso no quede en mera apariencia... -dije, con una voz clara, casi melodiosa, pero terriblemente controlada- Tú debes saber sobre... gentes, o... pseudo-gentes como yo, ¿verdad? Tú, dime la verdad... ¿Hay algún remedio contra esto? -... a parte de la muerte, claro. Pero eso no lo dije.
Abel Eliade- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 17/12/2009
Localización : Anger City
Re: La Enfermería
La ironía del muchacho me hizo sonreír. "Tu que pareces saber tanto".
Abel, Abel Eliade reconocía que sabía algo más que él. Bien, es un progreso en un muchacho en el que la soberbia habitaba en cada célula.
- En mi tierra natal existe un remedio que la curaba al instante. Pero creo que ya es tarde para poder usarlo. Ahora, quizás la única solución sea...
Me llevé la mano a la barbilla, pensativo.
- Leí hace tiempo en un viejo diario en la biblioteca que un altiguo elfo-lobo usaba un remedio casero, una pócima o semejante. Éso quizás te duerma, pero, lo lamento muchacho. Cada mes, de aquí a lo que te queda de vida, te convertirás en una bestia enorme sedienta de sangre. Si te rindes, claro. Hay unos a quienes llaman Señores de los Lobos, capaces de controlar sus cambios a placer, controlando a tu vez a la bestia.
Me callé esperando su respuesta.
Abel, Abel Eliade reconocía que sabía algo más que él. Bien, es un progreso en un muchacho en el que la soberbia habitaba en cada célula.
- En mi tierra natal existe un remedio que la curaba al instante. Pero creo que ya es tarde para poder usarlo. Ahora, quizás la única solución sea...
Me llevé la mano a la barbilla, pensativo.
- Leí hace tiempo en un viejo diario en la biblioteca que un altiguo elfo-lobo usaba un remedio casero, una pócima o semejante. Éso quizás te duerma, pero, lo lamento muchacho. Cada mes, de aquí a lo que te queda de vida, te convertirás en una bestia enorme sedienta de sangre. Si te rindes, claro. Hay unos a quienes llaman Señores de los Lobos, capaces de controlar sus cambios a placer, controlando a tu vez a la bestia.
Me callé esperando su respuesta.
Re: La Enfermería
Tras subir las escaleras y andar un poquito, me hallaba a las puertas de la enfermería.
Un murmullo de voces hizo que me detuviera en seco. De pronto, ya no quería entrar, pero tampoco quería ser tan cobarde como para dar media vuelta y volver por donde había venido. No, si había llegado hasta ahí, iba a continuar.
Al parecer, y si mi oído no me engañaba, Abel no estaba solo. Por su voz supe reconocer a Vharriel, que al parecer estaba charlando tranquilamente con el convaleciente.
Sabía que Abel tenía que estar odiando su situación. Por su carácter podía deducirse.
No me apetecía para nada interrumpir su conversación.
Unas palabras llegaron a mis oídos. <<Lobos>>, <<bestia>>. Con un estremecimiento, comprendí qué estaban comentando. Me daba tanta pena el pobre chico cada vez que pensaba en ello. No había tenido la culpa de nada. Nadie había tenido la culpa de nada. Ángela era víctima de la maldición, al igual que él lo era ahora, y no podíamos hacer nada para evitarlo. Cuánto, oh, cuánto me hubiera gustado poder ayudarles, a los dos. Tenía que ser horrible: no podía imaginármelo.
Me acerqué a la puerta, y miré por la rendija. No me gustaba espiar, pero todavía no me había decidido a entrar.
Respiré hondo. Vamos, Clarisse, tú puedes. No pasa nada; son tus amigos. Volví a coger aire y, entonces, me decidí.
Empujé suavemente la puerta, entrando como por casualidad dentro de la enfermería. Miré a Abel con una tímida sonrisa, y con un gesto de cabeza saludé a Vharriel.
-¿Qué... qué tal te encuentras, Abel?
Qué estupidez. ¿Para qué le preguntaba eso? ¿Cómo se iba a encontrar? ¡Mal, como era natural! ¿A qué venía esa pregunta tan estúpida, tan sin sentido?
Deseé no haber entrado, pero ya era tarde para dar marcha atrás.
Siempre era tarde.
Un murmullo de voces hizo que me detuviera en seco. De pronto, ya no quería entrar, pero tampoco quería ser tan cobarde como para dar media vuelta y volver por donde había venido. No, si había llegado hasta ahí, iba a continuar.
Al parecer, y si mi oído no me engañaba, Abel no estaba solo. Por su voz supe reconocer a Vharriel, que al parecer estaba charlando tranquilamente con el convaleciente.
Sabía que Abel tenía que estar odiando su situación. Por su carácter podía deducirse.
No me apetecía para nada interrumpir su conversación.
Unas palabras llegaron a mis oídos. <<Lobos>>, <<bestia>>. Con un estremecimiento, comprendí qué estaban comentando. Me daba tanta pena el pobre chico cada vez que pensaba en ello. No había tenido la culpa de nada. Nadie había tenido la culpa de nada. Ángela era víctima de la maldición, al igual que él lo era ahora, y no podíamos hacer nada para evitarlo. Cuánto, oh, cuánto me hubiera gustado poder ayudarles, a los dos. Tenía que ser horrible: no podía imaginármelo.
Me acerqué a la puerta, y miré por la rendija. No me gustaba espiar, pero todavía no me había decidido a entrar.
Respiré hondo. Vamos, Clarisse, tú puedes. No pasa nada; son tus amigos. Volví a coger aire y, entonces, me decidí.
Empujé suavemente la puerta, entrando como por casualidad dentro de la enfermería. Miré a Abel con una tímida sonrisa, y con un gesto de cabeza saludé a Vharriel.
-¿Qué... qué tal te encuentras, Abel?
Qué estupidez. ¿Para qué le preguntaba eso? ¿Cómo se iba a encontrar? ¡Mal, como era natural! ¿A qué venía esa pregunta tan estúpida, tan sin sentido?
Deseé no haber entrado, pero ya era tarde para dar marcha atrás.
Siempre era tarde.
Re: La Enfermería
Por un momento, sentí el poderoso impulso de dejarme caer hacia atrás, aprovechando el muro que se hallaba a mis espaldas para sentir un mínimo de apoyo y así enfrentarme con mayor seguridad a la respuesta que el elfo iba a darme. Pero exactamente, tan sólo fue un impulso, abortado inmediatamente por mi orgullo y mi fuerza de voluntad. Así pues, irguiéndome por mi propia fuerza, mantuve la cabeza y la mirada alta, frente a frente con Vharriel, frente a frente con la verdad... por muy cruel que resultase. Pero íntegro, esperé, y aunque mi corazón latió un poco más deprisa cuando sus primeras sílabas fueron entonadas por la negación, yo no di muestras de ello y continué esperando, atendiendo con los ojos fijo en él, asimilando su negativa, asimilando que quizás el hecho de perderme a mí mismo cada Luna Llena empezara a hacerse inevitable de verdad. Que quizás... por mucho que buscara una solución... me hallaba en un callejón sin salida, sin ninguna sombra que me protegiese de la luz lunar. En mi interior, algo se rebeló, y supe, porque siempre lo había sabido... que aunque el camino se cerrara ante mí... siempre podría aprender a trepar paredes. Pero regresando a la realidad, y sin desatender de las palabras del elfo, seguí escuchando, y...
Mis ojos se abrieron un poco más.
-Entonces... -mi boca se entreabrió, y se quedó así un rato más, sin que ningún sonido más saliese de ella. Estaba pensando, meditando, calibrando... preguntándome si podía confiar en el elfo y en sus palabras, si de veras... más allá del pálido brillo de la luna, también podía ver el fulgor de una pequeña esperanza imperecedera. Fruncí el ceño, y rechiné los dientes. Luego, seguramente sorprendiendo a muchos, me puse en pie de un salto, aterrizando en el suelo con relativa elegancia, trastabillando por el brusco mareo que me dio, pero manteniendo el equilibrio sin muchos más problemas. Di un paso... luego otro, y otro, conseguí pasar al lado de Vharriel y más allá... seguí caminando, hasta hallarme frente a la ventana.
-Yo nunca me rindo -le espeté, de espaldas a él, con la vista fija en algún punto inconcreto del paisaje. No prestaba atención a mi alrededor-. Claro que nunca me rindo -sin que nadie pudiera verme, entrelacé mis manos sobre mi regazo... una nueva energía las había poseído, y empezaban a hacer esbozo de un leve temblequeo. Rechiné los dientes con mayor fuerza. Si aquello que me decía era posible, si de veras podía...- ¿Y cómo se hace eso? -pregunté, ladeando levemente la cabeza, lo suficientemente para mirarlo de reojo en cuanto realicé la pregunta- ¿En cuanto tiempo lograré hacerlo? -y sin darme cuenta, di por hecho que iba a lograr hacerlo... después de todo, no tenía otra salida y si eso era lo único que podía hacer, lo haría con éxito. Con total éxito. Chasqueé la lengua, volviendo a centrar la mirada en la ventana, y llevándome una mano a la barbilla... me moví del sitio, e ignorando el dolor de mis piernas, inicié una pequeña y pausada caminata en círculos, que iba ganando intensidad a cada paso- Tsk. Aún voy a tener que leer esos manuscritos para locos que debe de haber tirados por las bibliotecas de la torre... Menuda mierda -gruñí, ya empezando a mostrarme autosuficiente... como el Abel de siempre, ese que se sacaba las castañas del fuego, y que te las lanzaba ardiendo a la cabeza si le impedías hacerlo. Era un buen comienzo, pero la guerra no estaba ganada... ni de lejos. No obstante, perdido como estaba en la nueva información obtenida, no encontré demasiado tiempo para pensar en algo así. Le pegué una patada a una papelera, y el dolor ascendió por toda mi pierna, pero lo agradecí profundamente... a pesar de todo, seguía descontrolado, y ahora...
Me pasé una mano por el rostro al darme cuenta de mi descontrol. Mala señal, mala señal, Abel Eliade. Y fue en medio de mi propio juicio personal cuando escuché una voz irrumpir en el silencio que se había apoderado de la sala. Me giré, y con mis ojos todavía chispeantes, enarqué levemente una ceja para mirar a Clarisse
Qué pregunta tan elocuente... ¿Cómo te encuentras, Abel?
Un viente frío sacudió mi espíritu, no di muestras de ello a simple vista, claro está.
¿Buscándome?
Quién sabe...
-Tsk -mascullé, aparentemente indiferente, totalmente ajeno a lo que verdaderamente pasaba en mi interior. Después de todo, mi dolor, mis penurias, todos los baches del tamaño de un abismo que hubiesen en mi camino... tan sólo tenían derecho de preocuparme a mí. La respuesta no tardó en acudir- Hasta las orejas de esta mierda de torre, así me encuento yo -musité por lo bajo, siniestramente. Casi sonriendo.
Todavía no daba para tanto.
Mis ojos se abrieron un poco más.
-Entonces... -mi boca se entreabrió, y se quedó así un rato más, sin que ningún sonido más saliese de ella. Estaba pensando, meditando, calibrando... preguntándome si podía confiar en el elfo y en sus palabras, si de veras... más allá del pálido brillo de la luna, también podía ver el fulgor de una pequeña esperanza imperecedera. Fruncí el ceño, y rechiné los dientes. Luego, seguramente sorprendiendo a muchos, me puse en pie de un salto, aterrizando en el suelo con relativa elegancia, trastabillando por el brusco mareo que me dio, pero manteniendo el equilibrio sin muchos más problemas. Di un paso... luego otro, y otro, conseguí pasar al lado de Vharriel y más allá... seguí caminando, hasta hallarme frente a la ventana.
-Yo nunca me rindo -le espeté, de espaldas a él, con la vista fija en algún punto inconcreto del paisaje. No prestaba atención a mi alrededor-. Claro que nunca me rindo -sin que nadie pudiera verme, entrelacé mis manos sobre mi regazo... una nueva energía las había poseído, y empezaban a hacer esbozo de un leve temblequeo. Rechiné los dientes con mayor fuerza. Si aquello que me decía era posible, si de veras podía...- ¿Y cómo se hace eso? -pregunté, ladeando levemente la cabeza, lo suficientemente para mirarlo de reojo en cuanto realicé la pregunta- ¿En cuanto tiempo lograré hacerlo? -y sin darme cuenta, di por hecho que iba a lograr hacerlo... después de todo, no tenía otra salida y si eso era lo único que podía hacer, lo haría con éxito. Con total éxito. Chasqueé la lengua, volviendo a centrar la mirada en la ventana, y llevándome una mano a la barbilla... me moví del sitio, e ignorando el dolor de mis piernas, inicié una pequeña y pausada caminata en círculos, que iba ganando intensidad a cada paso- Tsk. Aún voy a tener que leer esos manuscritos para locos que debe de haber tirados por las bibliotecas de la torre... Menuda mierda -gruñí, ya empezando a mostrarme autosuficiente... como el Abel de siempre, ese que se sacaba las castañas del fuego, y que te las lanzaba ardiendo a la cabeza si le impedías hacerlo. Era un buen comienzo, pero la guerra no estaba ganada... ni de lejos. No obstante, perdido como estaba en la nueva información obtenida, no encontré demasiado tiempo para pensar en algo así. Le pegué una patada a una papelera, y el dolor ascendió por toda mi pierna, pero lo agradecí profundamente... a pesar de todo, seguía descontrolado, y ahora...
Me pasé una mano por el rostro al darme cuenta de mi descontrol. Mala señal, mala señal, Abel Eliade. Y fue en medio de mi propio juicio personal cuando escuché una voz irrumpir en el silencio que se había apoderado de la sala. Me giré, y con mis ojos todavía chispeantes, enarqué levemente una ceja para mirar a Clarisse
Qué pregunta tan elocuente... ¿Cómo te encuentras, Abel?
Un viente frío sacudió mi espíritu, no di muestras de ello a simple vista, claro está.
¿Buscándome?
Quién sabe...
-Tsk -mascullé, aparentemente indiferente, totalmente ajeno a lo que verdaderamente pasaba en mi interior. Después de todo, mi dolor, mis penurias, todos los baches del tamaño de un abismo que hubiesen en mi camino... tan sólo tenían derecho de preocuparme a mí. La respuesta no tardó en acudir- Hasta las orejas de esta mierda de torre, así me encuento yo -musité por lo bajo, siniestramente. Casi sonriendo.
Todavía no daba para tanto.
Abel Eliade- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 17/12/2009
Localización : Anger City
Re: La Enfermería
Callé meditando, mientras Clare entraba en la enfermería. La saludé con una leve sonrisa y seguí pensando, intentando recordar lo que los manuscritos del tal Fenris decían. Recuerdo que cuando los tomé por primera vez estaban hechos una verdadera pensa. Parecían tan, tan antiguos...
Señores de los Lobos... al parecer había que sufrir mucho antes de poder hacer aquello. Controlar algo así... desde luego, no sería fácil. Aunque no me apetecía comprobarlo.
Me paseé un momento por la habitación. Pobre Abel (qué frase tan utilizada...). Aquello era para él una verdadera maldición. Verse sometido a algo o alguien no iba con él.
Quizás fuera algo sencillo para alguien con un carácter como el suyo imponerse al lobo, pero aún así...
- Los hombres lobo viven un poco más que el resto de los humanos. Y por lo que creo recordar, se tardan bastantes años en subordinar al lobo. Pero esto lo recuerdo de las vivencias de un elfo-lobo... así que no sabría decirte. Lo que sí te puede interesar es algo que narraba el elfo en su manuscrito. Una época estuvo conviviendo con un mago que a su vez era licántropo que había conseguido ser un Señor de los Lobos, mucho antes que el elfo lo consiguiera. Para poder... "compartir" las noches de caza estando consciente el elfo, le "sometía" a un hechizo. Pero teniendo en cuenta tu posición respecto a la magia, dudo que te interese...
Además el humano se alargaba la vida con hechizos de longevidad... pero éso no se lo dije. Sabría que lo cabrearía aún más...
FdR: ¿Me he inventado lo del hechizo que mantenía a Ankris consciente? mierda, hay que repasar Fenris el elfo... xDD
Señores de los Lobos... al parecer había que sufrir mucho antes de poder hacer aquello. Controlar algo así... desde luego, no sería fácil. Aunque no me apetecía comprobarlo.
Me paseé un momento por la habitación. Pobre Abel (qué frase tan utilizada...). Aquello era para él una verdadera maldición. Verse sometido a algo o alguien no iba con él.
Quizás fuera algo sencillo para alguien con un carácter como el suyo imponerse al lobo, pero aún así...
- Los hombres lobo viven un poco más que el resto de los humanos. Y por lo que creo recordar, se tardan bastantes años en subordinar al lobo. Pero esto lo recuerdo de las vivencias de un elfo-lobo... así que no sabría decirte. Lo que sí te puede interesar es algo que narraba el elfo en su manuscrito. Una época estuvo conviviendo con un mago que a su vez era licántropo que había conseguido ser un Señor de los Lobos, mucho antes que el elfo lo consiguiera. Para poder... "compartir" las noches de caza estando consciente el elfo, le "sometía" a un hechizo. Pero teniendo en cuenta tu posición respecto a la magia, dudo que te interese...
Además el humano se alargaba la vida con hechizos de longevidad... pero éso no se lo dije. Sabría que lo cabrearía aún más...
FdR: ¿Me he inventado lo del hechizo que mantenía a Ankris consciente? mierda, hay que repasar Fenris el elfo... xDD
Re: La Enfermería
Le miré. Le comprendía perfectamente y, a la vez, era incapaz de entenderle. Por un lado, sentía lo mismo que él hacia la Torre, aunque de un modo menos intenso. Por otro lado, él se había convertido en licántropo, y saber que no se iba a poder curar, y que todas las noches de luna llena se iba a transformar...
Me estremecí.
Era horroroso. Cuánto desearía poder hacer algo por ayudarle.
Escuché con atención e interés lo que le contaba Vharriel a Abel, y asentí levemente con la cabeza cuando finalizó.
Así que... Había una manera. Era difícil, pero podía hacerse. Abel podría superar a su parte de lobo, y convertirse en un Señor de los Lobos. Era eso de lo que estaban hablando. Cada vez me sentía más fuera de lugar, pero el tema me interesaba mucho.
Era verdad lo que Vharriel decía, que al estar tan implicada la magia seguramente Abel no aceptaría la idea. Era algo muy arriesgado. De él dependía intentarlo o no. No se perdía nada si lo intentaban. Nada. Pero, ¿qué iba a ganar? Se iba a tener que transformar todas esas noches de todas manera, pero con una importante diferencia; Abel estaría consciente, a la vez que la bestia.
Sacudí la cabeza. Era complejo, y me empezaba a sentir algo confusa.
Miré a Abel intentando infundirle ánimos, pero aparté la vista, quizá demasiado rápido, pues no quería enfurecerle aún más mostrando compasión.
Me estremecí.
Era horroroso. Cuánto desearía poder hacer algo por ayudarle.
Escuché con atención e interés lo que le contaba Vharriel a Abel, y asentí levemente con la cabeza cuando finalizó.
Así que... Había una manera. Era difícil, pero podía hacerse. Abel podría superar a su parte de lobo, y convertirse en un Señor de los Lobos. Era eso de lo que estaban hablando. Cada vez me sentía más fuera de lugar, pero el tema me interesaba mucho.
Era verdad lo que Vharriel decía, que al estar tan implicada la magia seguramente Abel no aceptaría la idea. Era algo muy arriesgado. De él dependía intentarlo o no. No se perdía nada si lo intentaban. Nada. Pero, ¿qué iba a ganar? Se iba a tener que transformar todas esas noches de todas manera, pero con una importante diferencia; Abel estaría consciente, a la vez que la bestia.
Sacudí la cabeza. Era complejo, y me empezaba a sentir algo confusa.
Miré a Abel intentando infundirle ánimos, pero aparté la vista, quizá demasiado rápido, pues no quería enfurecerle aún más mostrando compasión.
Re: La Enfermería
Mis pasos se frenaron y mi mirada había vuelto a posarse en el elfo. Mis ojos lo taladraron y por un momento, las chispas que eran despedidas desde mis acerados iris parecieron a punto de fulminarlo allí mismo.
-Obviamente, Elfo -reforcé el significado de cada sílaba con un matiz más gélido que los hielos del norte- no quiero saber nada de tu -en aquel instante, el desprecio fue notable- magia, y menos cuando resulta ser tan obsoleta -me crucé de brazos y casi por arte de magia, mi espalda acabó por apoyarse en un muro cualquiera, permitiendo que mi actitud adoptase una pose íntegra y firme, hasta desafiante-. Que te quede bien clara una cosa, Elfo... mi cuerpo es sólo mío, el... lobo es el intruso, nada le debo ni por nada debo pedirle permiso... ¿De qué me serviría estar consciente mientras él también lo está? No tengo porque compartir mi identidad, cuando esta es mía y sólo mía, no... yo no tengo porque... codearme con eso -gruñí, sin ser capaz de irritarme hasta desangrar mi moral al hablar de tan peliagudo y vomitivo tema-. No. No, me niego. Guárdate tus trucos para los demás... niños de la torre, me temo que yo necesitaré utilizar adecuadamente mi tiempo en la otra solución -dije, hasta desapasionadamente, empezando a perder el total interés en su persona, al intentar superar ese jarro de agua fría que me había caído encima al enterarme de que dicho señor de los lobos había resultado ser un elfo... no estaba muy puesto en cuanto a la raza de los duendes, pero si algo me había quedado claro, era que su longevidad prácticamente eterna se repetía en casi todas las historias. Era un pensamiento espeluznante pensar que quizás aquel elfo legendario había tomado el tiempo de tres vidas como la mía para terminar de controlar sus transformaciones. Me llevé una mano a la frente, empezando a pensar a toda máquina. Yo no tenía tanto tiempo, yo no podía tener tanto tiempo.
Domar a la bestia...
-Bien, por lo que veo, para variar, me encargaré yo sólo de esto -informé con voz grave y adulta, dejando bien claro que tenía pensado superar aquel bache yo sólo... sin necesidad de depender nadie más. Antes que eso... buscaría la muerte, y francamente, en aquel estado en el que me encontraba... no encontraría demasiados reparos en hacerlo si me veía obligado a ello-. Dominaré a la bestia -o la mataré, pero eso no lo dije en voz alta- pues parece ser la única opción que merezca realmente la pena, no obstante... -mis ojos se entrecerraron- No soy idiota, y soy totalmente consciente de mi situación y de lo que puedo tardar en superarla, del mismo modo, que soy consciente de las circunstancias de los demás individuos de la torre al contar conmigo en la torre -mi mirada acabó trasladándose al techo, y mi voz acabó por convertirse en un quedo y monótono susurro, disimulando... algo- Las noches de Luna Llena, tendrás que refrenar a la bestia. No me importa cómo lo hagas, ni los medios que utilices, ni lo que tengas que hacer conmigo... me importa una mierda todo esto, pero tendrás que impedir que le haga daño a nadie... Elfo -llamé autoritario, mi mirada se fue al encuentro de la suya, y en aquel instante... no disimulé ni mi ira, ni la oscura y siniestra amenaza que velaba mis ojos- Espero que tú también seas consciente de lo que se está desencadenando a tu alrededor, de las circunstancias de tus demás alumnos... del mismo modo espero que cargues con la totalidad de responsabilidades que conlleva eso. Recuerda, Vharriel -di un paso adelante... más amenazador que nunca, dejando claro que una negativa no iba a valer conmigo- Tú los estás manteniendo en una jaula... una jaula dónde descansa una bestia que no tendrá ningún reparo en separarles la cabeza de los hombros, ¿entiendes eso? Manteniéndolos aquí confinados, los estás poniendo deliberadamente en peligro. Bien, pues... ya puedes ser bueno en hechizos protectores o en esas cosas que aprendéis los lunáticos del siglo pasado... porque te juro, óyeme bien, Elfo... Te juro, que como alguien más de esta torre resulte herido por mi culpa... -y por fin... por fin sonreí, pero fue una mueca tan falsa, tan siniestra... tan lobuna, que seguramente el elfo habría deseado que no lo hiciera- Ambos vamos a pagar las consecuencias. Cómo alguien perezca bajo los colmillos de la bestia... Te mataré -declaré, repentinamente indiferente, o quizás... ¿resignado?- y no... no lo va a hacer el lobo, seré yo, Abel Eliade como Abel Eliade el que lo haga -mis ojos relucieron.
-Obviamente, Elfo -reforcé el significado de cada sílaba con un matiz más gélido que los hielos del norte- no quiero saber nada de tu -en aquel instante, el desprecio fue notable- magia, y menos cuando resulta ser tan obsoleta -me crucé de brazos y casi por arte de magia, mi espalda acabó por apoyarse en un muro cualquiera, permitiendo que mi actitud adoptase una pose íntegra y firme, hasta desafiante-. Que te quede bien clara una cosa, Elfo... mi cuerpo es sólo mío, el... lobo es el intruso, nada le debo ni por nada debo pedirle permiso... ¿De qué me serviría estar consciente mientras él también lo está? No tengo porque compartir mi identidad, cuando esta es mía y sólo mía, no... yo no tengo porque... codearme con eso -gruñí, sin ser capaz de irritarme hasta desangrar mi moral al hablar de tan peliagudo y vomitivo tema-. No. No, me niego. Guárdate tus trucos para los demás... niños de la torre, me temo que yo necesitaré utilizar adecuadamente mi tiempo en la otra solución -dije, hasta desapasionadamente, empezando a perder el total interés en su persona, al intentar superar ese jarro de agua fría que me había caído encima al enterarme de que dicho señor de los lobos había resultado ser un elfo... no estaba muy puesto en cuanto a la raza de los duendes, pero si algo me había quedado claro, era que su longevidad prácticamente eterna se repetía en casi todas las historias. Era un pensamiento espeluznante pensar que quizás aquel elfo legendario había tomado el tiempo de tres vidas como la mía para terminar de controlar sus transformaciones. Me llevé una mano a la frente, empezando a pensar a toda máquina. Yo no tenía tanto tiempo, yo no podía tener tanto tiempo.
Domar a la bestia...
-Bien, por lo que veo, para variar, me encargaré yo sólo de esto -informé con voz grave y adulta, dejando bien claro que tenía pensado superar aquel bache yo sólo... sin necesidad de depender nadie más. Antes que eso... buscaría la muerte, y francamente, en aquel estado en el que me encontraba... no encontraría demasiados reparos en hacerlo si me veía obligado a ello-. Dominaré a la bestia -o la mataré, pero eso no lo dije en voz alta- pues parece ser la única opción que merezca realmente la pena, no obstante... -mis ojos se entrecerraron- No soy idiota, y soy totalmente consciente de mi situación y de lo que puedo tardar en superarla, del mismo modo, que soy consciente de las circunstancias de los demás individuos de la torre al contar conmigo en la torre -mi mirada acabó trasladándose al techo, y mi voz acabó por convertirse en un quedo y monótono susurro, disimulando... algo- Las noches de Luna Llena, tendrás que refrenar a la bestia. No me importa cómo lo hagas, ni los medios que utilices, ni lo que tengas que hacer conmigo... me importa una mierda todo esto, pero tendrás que impedir que le haga daño a nadie... Elfo -llamé autoritario, mi mirada se fue al encuentro de la suya, y en aquel instante... no disimulé ni mi ira, ni la oscura y siniestra amenaza que velaba mis ojos- Espero que tú también seas consciente de lo que se está desencadenando a tu alrededor, de las circunstancias de tus demás alumnos... del mismo modo espero que cargues con la totalidad de responsabilidades que conlleva eso. Recuerda, Vharriel -di un paso adelante... más amenazador que nunca, dejando claro que una negativa no iba a valer conmigo- Tú los estás manteniendo en una jaula... una jaula dónde descansa una bestia que no tendrá ningún reparo en separarles la cabeza de los hombros, ¿entiendes eso? Manteniéndolos aquí confinados, los estás poniendo deliberadamente en peligro. Bien, pues... ya puedes ser bueno en hechizos protectores o en esas cosas que aprendéis los lunáticos del siglo pasado... porque te juro, óyeme bien, Elfo... Te juro, que como alguien más de esta torre resulte herido por mi culpa... -y por fin... por fin sonreí, pero fue una mueca tan falsa, tan siniestra... tan lobuna, que seguramente el elfo habría deseado que no lo hiciera- Ambos vamos a pagar las consecuencias. Cómo alguien perezca bajo los colmillos de la bestia... Te mataré -declaré, repentinamente indiferente, o quizás... ¿resignado?- y no... no lo va a hacer el lobo, seré yo, Abel Eliade como Abel Eliade el que lo haga -mis ojos relucieron.
Abel Eliade- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 17/12/2009
Localización : Anger City
Re: La Enfermería
Sonreí, burlón.
- ¿Encerrar yo? Fuisteis vosotros los que aparecistéis cuando nadie os llamaba...
Me acerqué a ál, adoptando la misma postura de gallito, un tanto amenazadora.
- Estaría muy bien sin vosotros. Digamos que simplemente érais unos parásitos. Pero el "gran" Abel Eliade entendría que quizás sea ambicioso, pero no soy un asesino. ¿Retener? Oh, adelante, idos, todos vosotros. Y os aseguro que cuando caiga la noche, antes de que hubiérais logrado salir del valle, estaríais siendo devorados por los lobos. ¿Qué podríais hacer? La opción que os ofrezco es la de poder salir por vuestros propios medios. Pero no, por supuesto. No, no, yo os estoy encerrando; soy una reencarnación de lucifer en la tierra que solo busca atormentaros, aue viváis un pequeño infierno en la tierra...
Entrecerré los ojos, intentando mostrarme poderoso. Por que lo era, por mucho que aquel mocoso intentara hacerse el superior o el guay.
- Y lo mismo pasa contigo, Abel Eliade. Te ofrezco opciones para evitar que hieras a nadie más y te pones más gallito aún. 15 años o 16... ¿madurez? no, mon dieu... adolescente infantiloide más bien... te quedan muchos años, muchas heridas, muchas experiencias... El día que me puedas amenazar, pequeño - remarqué esta palabra - lloverá sangre del cielo. Y creeme que éso va a tardar en llegar.
Sonreí.
- Los niños que juegan con el fuego... se mean en la cama.
- ¿Encerrar yo? Fuisteis vosotros los que aparecistéis cuando nadie os llamaba...
Me acerqué a ál, adoptando la misma postura de gallito, un tanto amenazadora.
- Estaría muy bien sin vosotros. Digamos que simplemente érais unos parásitos. Pero el "gran" Abel Eliade entendría que quizás sea ambicioso, pero no soy un asesino. ¿Retener? Oh, adelante, idos, todos vosotros. Y os aseguro que cuando caiga la noche, antes de que hubiérais logrado salir del valle, estaríais siendo devorados por los lobos. ¿Qué podríais hacer? La opción que os ofrezco es la de poder salir por vuestros propios medios. Pero no, por supuesto. No, no, yo os estoy encerrando; soy una reencarnación de lucifer en la tierra que solo busca atormentaros, aue viváis un pequeño infierno en la tierra...
Entrecerré los ojos, intentando mostrarme poderoso. Por que lo era, por mucho que aquel mocoso intentara hacerse el superior o el guay.
- Y lo mismo pasa contigo, Abel Eliade. Te ofrezco opciones para evitar que hieras a nadie más y te pones más gallito aún. 15 años o 16... ¿madurez? no, mon dieu... adolescente infantiloide más bien... te quedan muchos años, muchas heridas, muchas experiencias... El día que me puedas amenazar, pequeño - remarqué esta palabra - lloverá sangre del cielo. Y creeme que éso va a tardar en llegar.
Sonreí.
- Los niños que juegan con el fuego... se mean en la cama.
Re: La Enfermería
El ambiente, a mi parecer, estaba cada vez más tenso. Abel se ponía gallito delante de Vharriel y... ¡éste le respondía de la misma manera! Como siguiera esto así, el ambiente se iba a caldear demasiado, y la cosa iba a explotar.
Conociendo a Abel...
Di unos pasos en la dirección de ellos dos, acercándome más a adonde estaban, alerta por si alguno de los dos saltaba. Confiaba en su autocontrol, pero, aún así, no podía evitar sentirme preocupada.
En ese momento, Vharriel le llamó adolescente infantiloide, señalando que era un inmaduro y que no debería comportarse de esa manera.
Mi cuerpo amenazaba en ponerse en tensión, pero intenté mantenerme relajada, observando la conversación como un partido de tenis, preparada para "entrar en escena" en cualquier momento.
Abel se estaba pasando y Vharriel más aún.
Conociendo a Abel...
Di unos pasos en la dirección de ellos dos, acercándome más a adonde estaban, alerta por si alguno de los dos saltaba. Confiaba en su autocontrol, pero, aún así, no podía evitar sentirme preocupada.
En ese momento, Vharriel le llamó adolescente infantiloide, señalando que era un inmaduro y que no debería comportarse de esa manera.
Mi cuerpo amenazaba en ponerse en tensión, pero intenté mantenerme relajada, observando la conversación como un partido de tenis, preparada para "entrar en escena" en cualquier momento.
Abel se estaba pasando y Vharriel más aún.
Re: La Enfermería
Seguí, rápidamente a Clare. No quería perderla de vista. Sin embargo, me paré delante de la enfermería. Me estremecí. No había podido haber estado presente en el momento en el cual hicieron lobo a Abel. Me quedé sin energías al intentar crear nuevos discos de vinilo. Había conseguido varios avances, pero apenas nada. Apenas nada.
Y en aquella noche, todo se desbarató. Abel fue mordido involuntariamente por la nueva: Ángela. Esta, resultó ser un licántropo. Abel desde entonces la odia. La odia a muerte. Y ella responde a ese odio con todo su ser. Entiendo a Abel, pero sin embargo... sin embargo no lo comparto. Ángela no podía hacer otra cosa, no era consicente de sus actos. Y Abel no se lo quiere perdonar. Sólo piensa en sí mismo. Para mí en un chaval egocentrista y-como bien dijo una vez mi amigo Hans-, un cobarde. Un cobarde que no se enfrenta al mundo. Un cobarde...
Fianlmente reacciono y paso a la enfermería. Por la cara de Abel y la del maldito orejudo, ya veo que ha pasado algo de nuevo. Sacudo la cabeza, preocupado. Me acerco a Clare y la abrazo por la espalda, mientras deposito un tierno beso en su mejilla. Apoyo mi cabeza sobre la suya. Estoy unos momentos así hasta que me decido a preguntarla al oído:
-¿Qué ha pasado ahora, Clare? Esos dos parecen que se han estado peleando... o como si hubiera habido una pelea entre lobos-no puedo evitar decirlo, se me ha escapado. Espero con toda mi alma que Abel no lo haya oído, o si no, me puede dar muchos problemas. El chaval es bastante susceptible.
Y en aquella noche, todo se desbarató. Abel fue mordido involuntariamente por la nueva: Ángela. Esta, resultó ser un licántropo. Abel desde entonces la odia. La odia a muerte. Y ella responde a ese odio con todo su ser. Entiendo a Abel, pero sin embargo... sin embargo no lo comparto. Ángela no podía hacer otra cosa, no era consicente de sus actos. Y Abel no se lo quiere perdonar. Sólo piensa en sí mismo. Para mí en un chaval egocentrista y-como bien dijo una vez mi amigo Hans-, un cobarde. Un cobarde que no se enfrenta al mundo. Un cobarde...
Fianlmente reacciono y paso a la enfermería. Por la cara de Abel y la del maldito orejudo, ya veo que ha pasado algo de nuevo. Sacudo la cabeza, preocupado. Me acerco a Clare y la abrazo por la espalda, mientras deposito un tierno beso en su mejilla. Apoyo mi cabeza sobre la suya. Estoy unos momentos así hasta que me decido a preguntarla al oído:
-¿Qué ha pasado ahora, Clare? Esos dos parecen que se han estado peleando... o como si hubiera habido una pelea entre lobos-no puedo evitar decirlo, se me ha escapado. Espero con toda mi alma que Abel no lo haya oído, o si no, me puede dar muchos problemas. El chaval es bastante susceptible.
Krailk- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 21/12/2009
Localización : En un lugar muy lejano, atrapada entre el odio y el amor... desearía poder sólamente amar pero el odio es tan fuerte...
Re: La Enfermería
No puedo evitar sobresaltarme cuando alguien me abraza por detrás, pero me relajo enseguida cuando noto el beso que Krailk me deposita en la mejilla.
Cojo una de sus manos entre las mías, y se la aprieto suavemente. Una sonrisa afloró en mis labios, pero no aparté la vista de Vharriel y Abel. Nunca se sabía.
Me estremecí cuando dijo <<pelea entre lobos>>.
-Krailk no... No bromees con esas cosas -dije, malinterpretando su frase como una broma para aliviar algo la tensión que se respiraba en el ambiente-. Vharriel le ha hablado de una forma de convivir con el lobo las noches de luna llena -dije en susurros muy rápidos, para que ninguno de ellos dos me escuchase-. Abel se ha negado, y ahora Vharriel le ha llamado inmaduro... Como la cosa siga así... -callé, preocupada y, esta vez sí, despegué mis ojos de esos dos y los posé en Krailk.
Volví a sonreír, dándome cuenta de que, una vez más, me había seguido y me apoyaba. Intenté darle las gracias con la mirada, antes de dirigirla otra vez hacia Vharriel y Abel. Esperaba que me hubiera entendido.
Parecía que Krailk era de la misma opinión que yo con respecto a Abel, porque él también parecía bastante preocupado.
Cojo una de sus manos entre las mías, y se la aprieto suavemente. Una sonrisa afloró en mis labios, pero no aparté la vista de Vharriel y Abel. Nunca se sabía.
Me estremecí cuando dijo <<pelea entre lobos>>.
-Krailk no... No bromees con esas cosas -dije, malinterpretando su frase como una broma para aliviar algo la tensión que se respiraba en el ambiente-. Vharriel le ha hablado de una forma de convivir con el lobo las noches de luna llena -dije en susurros muy rápidos, para que ninguno de ellos dos me escuchase-. Abel se ha negado, y ahora Vharriel le ha llamado inmaduro... Como la cosa siga así... -callé, preocupada y, esta vez sí, despegué mis ojos de esos dos y los posé en Krailk.
Volví a sonreír, dándome cuenta de que, una vez más, me había seguido y me apoyaba. Intenté darle las gracias con la mirada, antes de dirigirla otra vez hacia Vharriel y Abel. Esperaba que me hubiera entendido.
Parecía que Krailk era de la misma opinión que yo con respecto a Abel, porque él también parecía bastante preocupado.
Re: La Enfermería
Alzo con sorpresa una de mis cejas al escuchar la malinterpretación de Clare. Sin embargo, no la corrijo y la dejo hablar. Asiento, preocupado ante la situación en la que nos encontramos. Por una vez estoy con el orejudo... aunque seguro, conociéndole, se haya pasado.
como la cosa siga así...
Clare tiene razón, pronto empezarán a saltar chispas y, algunas de ellas, se harán tan increíblemente grandes y peligrosas, queacabarán por incendiar la Torre... con nosotros dentro.Somos... los daños colaterales, por decirlo de alguna forma. Y no saldremos de esta situación hasta que se haga algo al respecto.
-Estoy de acuerdo con el elfillo por una vez... pero déjame adivinar: se ha pasado de la raya, ¿no? No me extrañaría. Ese tipo debería de ir a clases para tratar más dulcemente a las personas, mi niña-sonrío.
Entiendo su mirada... creo. Siempre estaré ahí para apoyarla, donde quiera que esté el problema, allí estará su Krailk para salvarla el pellejo.
como la cosa siga así...
Clare tiene razón, pronto empezarán a saltar chispas y, algunas de ellas, se harán tan increíblemente grandes y peligrosas, queacabarán por incendiar la Torre... con nosotros dentro.Somos... los daños colaterales, por decirlo de alguna forma. Y no saldremos de esta situación hasta que se haga algo al respecto.
-Estoy de acuerdo con el elfillo por una vez... pero déjame adivinar: se ha pasado de la raya, ¿no? No me extrañaría. Ese tipo debería de ir a clases para tratar más dulcemente a las personas, mi niña-sonrío.
Entiendo su mirada... creo. Siempre estaré ahí para apoyarla, donde quiera que esté el problema, allí estará su Krailk para salvarla el pellejo.
Krailk- Mensajes : 66
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Re: La Enfermería
Tal y como yo había sospechado, Krailk pensaba exactamente lo mismo que yo acerca de la situación que teníamos justo delante de nosotros.
-Sí -seguí susurrando-. Sí, se ha pasado tres pueblos. Y conociendo a Abel... La cosa no tardará demasiado en explotar. Además, estoy indecisa... Por una parte, querría estar aquí cuando el ambiente ya esté demasiado caldeado, para frenarles, pero por la otra... No sé, creo que es algo que tienen que resolver ellos dos, ¿no? Y no creo que Vharriel le permita nada a Abel...
Me giré hacia él, y enarqué una ceja ante lo de la "niña-sonrío". Verdaderamente, me había sorprendido, aunque no sabía por qué. Siempre que él estaba conmigo, las sonrisas me salían con gran facilidad. Intenté parecer enfadada, pero no pude mantener mucho tiempo la fachada y, sonriendo de nuevo, le besé suavemente en los labios.
-Yo siempre guardaré una sonrisa para ti, Krailk -suspiré en su oído.
-Sí -seguí susurrando-. Sí, se ha pasado tres pueblos. Y conociendo a Abel... La cosa no tardará demasiado en explotar. Además, estoy indecisa... Por una parte, querría estar aquí cuando el ambiente ya esté demasiado caldeado, para frenarles, pero por la otra... No sé, creo que es algo que tienen que resolver ellos dos, ¿no? Y no creo que Vharriel le permita nada a Abel...
Me giré hacia él, y enarqué una ceja ante lo de la "niña-sonrío". Verdaderamente, me había sorprendido, aunque no sabía por qué. Siempre que él estaba conmigo, las sonrisas me salían con gran facilidad. Intenté parecer enfadada, pero no pude mantener mucho tiempo la fachada y, sonriendo de nuevo, le besé suavemente en los labios.
-Yo siempre guardaré una sonrisa para ti, Krailk -suspiré en su oído.
Re: La Enfermería
Me mantuve con la cabeza alta, con mis ojos abriéndose un poco más que antes, atendiendo a toda la contestación con medido interés… durante su perorata mi expresión no varió ni un ápice, y mi semblante continuó impasible, tan estoico e inamovible como una columna de blanco y neutro mármol. No obstante, en cuanto la verborrea del elfo terminó, el silencio se instaló, y yo me tomé un par de segundos para disfrutar de mi próxima reacción: mi barbilla se alzó un poco más, y contra todo pronóstico una negra grieta oscureció mi pálido rostro… se trataba de otra media sonrisa, minúscula, fina… pero desafiante, invencible, irónica… Salvaje. Y con la mirada clavada en él, pero siniestramente ocultada por unos cuantos mechones níveos, me dispuse a contestarle.
-¿Aparecer? No me hagas reír, Elfo… nadie llegó aquí por voluntad propia, por lo menos, a mí no me preguntaron absolutamente nada, no obstante… -mi sonrisilla creció todavía un poco más, y sin tomarme la molestia de disimularlos, mis colmillos, aunque humanos un poco más largos de lo habitual, quedaron a la vista- No te hagas el santo conmigo, Elfo, no confío en ti, ni creo que termine haciéndolo… queda terriblemente noble poner excusas como la de los lobos… ¿Qué te piensas? ¿Qué soy idiota? ¿Qué no me doy cuenta de que también podrías utilizar los lobos de allá fuera como una… extensión de los muros de esta torre? Es muy fácil decir que nos dejas libre cuando sabes que no podemos salir, es muy fácil… darnos TU verdad, cuando no tenemos ningún modo de comprobarlo… es todo tan fácil, pero… en el momento en el que yo mismo intenté largarme de aquí, se me cerraron todas las puertas. Y hablas de libertad… al final, Elfo… eres tan ignorante como muchos de los que campan por aquí –dejé que una pizca de decepción resonase en mi voz, dejándole claro que no era mera burla lo que decía… lo pensaba sinceramente-. Hipócrita… -me crucé de brazos, y eché a andar hacia la salida. Aquello se estaba llenando demasiado rápidamente por unas gentes que sospechaba de morbosas y demasiado cotillas para mí gusto. Tsss… ¿Quiénes se creían?- Ten cuidado Elfo, mis amenazas, amenazas son… y puede que antes de que puedas darte cuenta, sí empiece a diluviar sangre… -avancé otros pasos- no hace falta que especifique de quién puede ser, ¿verdad? –dejé caer elocuentemente, ladeando la cabeza para dirigir una breve mirada a Vharriel- No sabéis a cuantas andáis… nadie de aquí lo sabe realmente, poco importa… -murmuré, casi para mí mismo, sin ganas ni deseos que sacarlos de su ignorancia en aquel momento- Eo, Elfo… -y esta vez sí, me giré del todo, y con las manos entrelazadas a mi espalda, esbocé una sonrisa inocente, tan cálida que resultaba gélidamente abrasadora- Los niños que juegan con fuego también pueden quemar su casa… o su torre –mis ojos se entreabrieron- y la gente que puede poblarla, ¿cierto?
-¿Aparecer? No me hagas reír, Elfo… nadie llegó aquí por voluntad propia, por lo menos, a mí no me preguntaron absolutamente nada, no obstante… -mi sonrisilla creció todavía un poco más, y sin tomarme la molestia de disimularlos, mis colmillos, aunque humanos un poco más largos de lo habitual, quedaron a la vista- No te hagas el santo conmigo, Elfo, no confío en ti, ni creo que termine haciéndolo… queda terriblemente noble poner excusas como la de los lobos… ¿Qué te piensas? ¿Qué soy idiota? ¿Qué no me doy cuenta de que también podrías utilizar los lobos de allá fuera como una… extensión de los muros de esta torre? Es muy fácil decir que nos dejas libre cuando sabes que no podemos salir, es muy fácil… darnos TU verdad, cuando no tenemos ningún modo de comprobarlo… es todo tan fácil, pero… en el momento en el que yo mismo intenté largarme de aquí, se me cerraron todas las puertas. Y hablas de libertad… al final, Elfo… eres tan ignorante como muchos de los que campan por aquí –dejé que una pizca de decepción resonase en mi voz, dejándole claro que no era mera burla lo que decía… lo pensaba sinceramente-. Hipócrita… -me crucé de brazos, y eché a andar hacia la salida. Aquello se estaba llenando demasiado rápidamente por unas gentes que sospechaba de morbosas y demasiado cotillas para mí gusto. Tsss… ¿Quiénes se creían?- Ten cuidado Elfo, mis amenazas, amenazas son… y puede que antes de que puedas darte cuenta, sí empiece a diluviar sangre… -avancé otros pasos- no hace falta que especifique de quién puede ser, ¿verdad? –dejé caer elocuentemente, ladeando la cabeza para dirigir una breve mirada a Vharriel- No sabéis a cuantas andáis… nadie de aquí lo sabe realmente, poco importa… -murmuré, casi para mí mismo, sin ganas ni deseos que sacarlos de su ignorancia en aquel momento- Eo, Elfo… -y esta vez sí, me giré del todo, y con las manos entrelazadas a mi espalda, esbocé una sonrisa inocente, tan cálida que resultaba gélidamente abrasadora- Los niños que juegan con fuego también pueden quemar su casa… o su torre –mis ojos se entreabrieron- y la gente que puede poblarla, ¿cierto?
Abel Eliade- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 17/12/2009
Localización : Anger City
Re: La Enfermería
Primero me mira, como enfadada. Luego me besa. ¿Qué será lo siguiente? No quiero ni imaginármelo... Pero tampoco puedo evitar devolverla el beso con toda mi pasión, como un volcán en erupción. Mi mano se desliza hasta desde su pelo hasta su cintura, donde se posa mientras la acerca a mí un poco más.
Y le veo de refilón: Vharrriel. No sé porqué me da algo con muy mala espina ahora mismo de él. Paro el beso, de repente, sin poder evitarlo, aunque rápidamente lo continúo, con la misma intensidad de antes, o al menos eso intento. No es que me sienta cortado, es que... siento algo muy raro respecto a él... idioteces mías. Cierro los ojos y pongo mi otra mano sobre su cabeza. Como continúe así me quedaré sin respiración. Desde mi interior sonrío.
Aparto cualquier otro pensamiento de mi mente mientras pienso en ella y sólo en ella... nada podrá quitármela de la cabeza. No escucho a Abel y sus ácidas palabras. Nada, ni nadie. O, tal vez, sí... todavía tengo ese extraño presentimiento...
Y le veo de refilón: Vharrriel. No sé porqué me da algo con muy mala espina ahora mismo de él. Paro el beso, de repente, sin poder evitarlo, aunque rápidamente lo continúo, con la misma intensidad de antes, o al menos eso intento. No es que me sienta cortado, es que... siento algo muy raro respecto a él... idioteces mías. Cierro los ojos y pongo mi otra mano sobre su cabeza. Como continúe así me quedaré sin respiración. Desde mi interior sonrío.
Aparto cualquier otro pensamiento de mi mente mientras pienso en ella y sólo en ella... nada podrá quitármela de la cabeza. No escucho a Abel y sus ácidas palabras. Nada, ni nadie. O, tal vez, sí... todavía tengo ese extraño presentimiento...
Krailk- Mensajes : 66
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Localización : En un lugar muy lejano, atrapada entre el odio y el amor... desearía poder sólamente amar pero el odio es tan fuerte...
Re: La Enfermería
No pude evitar echarme a reir. Pero no como pura actuación, sino como expresión del alma.
- Sea, Abel, sea... por supuesto, un chavea de quince años sabe más que un elfo de 250. Vivir para ver. En serio, si crees que te apreso, vete. Te pido que en cuanto quieras, que te vayas.
Cuando se me calmó la risa, pude pensar un poco mejor.
- En serio te digo que no llegará el día que puedas ponerme una sola mano encima. Y si llega... veremos sangre.
Miré a Clare de reojo, lamentando en parte que fuera testigo de tan desagradable conversación.
- En fin, Abel Eliade, Señor de las Arrogancias. Te insto a que intentes lo que quieras cuando quieras. A lo mejor te viene bien y todo.
Me agradaba tratarle como a un niño pequeño.
- Ea, ea, ya pasó, pequeño, ya pasó - mumuré, burlón.
- Sea, Abel, sea... por supuesto, un chavea de quince años sabe más que un elfo de 250. Vivir para ver. En serio, si crees que te apreso, vete. Te pido que en cuanto quieras, que te vayas.
Cuando se me calmó la risa, pude pensar un poco mejor.
- En serio te digo que no llegará el día que puedas ponerme una sola mano encima. Y si llega... veremos sangre.
Miré a Clare de reojo, lamentando en parte que fuera testigo de tan desagradable conversación.
- En fin, Abel Eliade, Señor de las Arrogancias. Te insto a que intentes lo que quieras cuando quieras. A lo mejor te viene bien y todo.
Me agradaba tratarle como a un niño pequeño.
- Ea, ea, ya pasó, pequeño, ya pasó - mumuré, burlón.
Re: La Enfermería
Me besó con mucha pasión, pillándome completamente desprevenida. No me esperaba esa reacción. Se me puso la piel de gallina allí por donde pasa su mano. Le pasé mis brazos por encima de los hombros, atrayéndole hacia mí a la vez que él hacía lo mismo.
Durante un breve instante deja de besarme, pero acto seguido vuelve a hacerlo. Creo saber por qué ha parado y, cuando me doy cuenta de la presencia de Vharriel, cuando soy realmente consciente de ella...
Oigo que Abel dice algo, pero no logro distinguir el qué. Poco importa ya.
Con un jadeo, me separo un poco de Krailk, intentando recuperar el aire perdido, e intentado a su vez frenar los latidos de mi corazón, que amenazaba con salírseme del pecho.
Me giro, apoyándome en su pecho y cerrando los ojos, respirando pausadamente. Cuando los abro, encuentro a Vharriel frente a mí, que estaba burlándose de Abel.
Desvío la mirada rápidamente. Quizás demasiado rápido.
Durante un breve instante deja de besarme, pero acto seguido vuelve a hacerlo. Creo saber por qué ha parado y, cuando me doy cuenta de la presencia de Vharriel, cuando soy realmente consciente de ella...
Oigo que Abel dice algo, pero no logro distinguir el qué. Poco importa ya.
Con un jadeo, me separo un poco de Krailk, intentando recuperar el aire perdido, e intentado a su vez frenar los latidos de mi corazón, que amenazaba con salírseme del pecho.
Me giro, apoyándome en su pecho y cerrando los ojos, respirando pausadamente. Cuando los abro, encuentro a Vharriel frente a mí, que estaba burlándose de Abel.
Desvío la mirada rápidamente. Quizás demasiado rápido.
Me voy ^^ Hasta luego
Re: La Enfermería
Mi media sonrisa aumentó un poco más, y terminé por volver a girarme, rumbo a la puerta, dándole la espalda al elfo como a los dos entrometidos que habían empezado a darse el lote en la enfermería como Pedro por su casa, no obstante…a estos dos últimos los ignoré olímpicamente, centrándome en la conversación mantenida con el elfo.
-Me encanta la gente que únicamente echa mano de sus circunstancias tales como edad, posición, trabajo, rango, para... justificar una realidad que quizás no se corresponda con la verdad. ¿Piensas que un número de años es suficiente para demostrarme tu sabiduría, Elfo? ¡Cuán triste resulta, francamente! Cuando uno debería ser capaz de demostrar su inteligencia y autosuficiencia con sus actos y palabras… -solté una risilla hueca por lo bajo- ¿Quién sabe? A lo mejor… Dios, o quien sea que haya creado tu raza haya entendido… las limitaciones que podríais llegar a tener la gente como tú, y… tuvo la bondad de concederos una longeva vida para alcanzar en milenios lo que quizás los humanos podamos alcanzar en años… -alcé las manos por encima de los hombros, cerrando los ojos, haciéndome el loco- En la naturaleza, las casualidades no existen, todo ocurre porque todo tiene una razón de ser. Así pues… quizás esta sea la explicación a esa larga sucesión de años en la que tuviste oportunidad de aprender y que no obstante, y por lo que puedo comprobar por mí mismo, en tu caso no ha servido de gran cosa, Elfo. Por eso, quedará demostrada mi próxima teoría -llegando finalmente al marco de la puerta, acabé por apoyarme contra él, observando el pasillo con aire ido-. Ese Elfo-lobo… ya no significará nada… Antes que nadie, mejor que cualquiera… Abel Eliade conseguirá convertirse en Señor de los Lobos. Sí, desde luego… juro solemnemente que sabré aprovechar el tiempo mucho mejor que tú, fósil inútil. La sangre joven acabará borrando de un plumazo la vieja, no te preocupes…
-Me encanta la gente que únicamente echa mano de sus circunstancias tales como edad, posición, trabajo, rango, para... justificar una realidad que quizás no se corresponda con la verdad. ¿Piensas que un número de años es suficiente para demostrarme tu sabiduría, Elfo? ¡Cuán triste resulta, francamente! Cuando uno debería ser capaz de demostrar su inteligencia y autosuficiencia con sus actos y palabras… -solté una risilla hueca por lo bajo- ¿Quién sabe? A lo mejor… Dios, o quien sea que haya creado tu raza haya entendido… las limitaciones que podríais llegar a tener la gente como tú, y… tuvo la bondad de concederos una longeva vida para alcanzar en milenios lo que quizás los humanos podamos alcanzar en años… -alcé las manos por encima de los hombros, cerrando los ojos, haciéndome el loco- En la naturaleza, las casualidades no existen, todo ocurre porque todo tiene una razón de ser. Así pues… quizás esta sea la explicación a esa larga sucesión de años en la que tuviste oportunidad de aprender y que no obstante, y por lo que puedo comprobar por mí mismo, en tu caso no ha servido de gran cosa, Elfo. Por eso, quedará demostrada mi próxima teoría -llegando finalmente al marco de la puerta, acabé por apoyarme contra él, observando el pasillo con aire ido-. Ese Elfo-lobo… ya no significará nada… Antes que nadie, mejor que cualquiera… Abel Eliade conseguirá convertirse en Señor de los Lobos. Sí, desde luego… juro solemnemente que sabré aprovechar el tiempo mucho mejor que tú, fósil inútil. La sangre joven acabará borrando de un plumazo la vieja, no te preocupes…
Abel Eliade- Mensajes : 38
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Re: La Enfermería
Posteo para avisar que seguramente en todas las navidades no me pase más por aquí ^^'
Felices fiestas a todos ^o^
Felices fiestas a todos ^o^
Re: La Enfermería
Igualmente ^^
Me llevé una mano al pecho, parténdome literalmente de risa.
- Y cuando quieras probar que la edad no importa... ¡estoy abierto de brazos a ésa idea, pequeñín!
Dije mientras extendía mis brazos, mientras seguía riendo entre dientes.
Me llevé una mano a la cabeza. Me dolía ligeramente, pero no por la conversación que andábamos teniendo, sino por otra cosa que me preocupaba desde hacía varios días.
- Si me discupáis, he de irme un momento.
Sonreí a todos y salí de allí, yéndome a mi despacho. Allí (sé que no estoy allí ^^Uu) me tumbé sobre la cama y me llevé las manos a los ojos. Estaban ardiendo. ¿Fiebre? Extraño...
Me llevé una mano al pecho, parténdome literalmente de risa.
- Y cuando quieras probar que la edad no importa... ¡estoy abierto de brazos a ésa idea, pequeñín!
Dije mientras extendía mis brazos, mientras seguía riendo entre dientes.
Me llevé una mano a la cabeza. Me dolía ligeramente, pero no por la conversación que andábamos teniendo, sino por otra cosa que me preocupaba desde hacía varios días.
- Si me discupáis, he de irme un momento.
Sonreí a todos y salí de allí, yéndome a mi despacho. Allí (sé que no estoy allí ^^Uu) me tumbé sobre la cama y me llevé las manos a los ojos. Estaban ardiendo. ¿Fiebre? Extraño...
Re: La Enfermería
Ok, se me ha borrado el menseaje... intentaré poder repetirlo u.u.
Sus manos encima de mi cuello. Disfruto de su tacto el máximo tiempo que puedo, hasta que, finalmente, se separa de mí, jadeando. Yo también estoy en las mismas, intentando recobrar el aire perdido, aunque posiblemente, no lo conseguré hasta que pase mucho tiempo. Pero mucho. El mal presentimiento se aleja de mí, raudo como el viento, para aparecer de nuevo, cuando Clare desvía la mirada del orejas muy rápido... demasiado, quizás. Me pregunto en mi interior que la tuvo que hacer el primer día que nos vimos, para haberla traumatizado tanto..
Y ahora, como no, Abel y compañía están como siempre discutiendo. Tenía razón, las chispitas están empezando a crecer, para convertirse en enormes llamas que pronto empezarán a incendiar la Torre, con todos nosotros dentro. Las ácidas palabras de Abel me hacen sentir un escalofrío involuntario que me recorre por toda la columna, hasta poner los pelos de mi cabeza rubia en punta. Y por una vez, tengo verdadero miedo de Abel; miedo de lo que se está convirtiendo: un monstruo. Sé que Abel es Abel, y que siempre ha sido así, sin embargo... esto parece superarle demasiado, se está pasando demasiado y... eso me da miedo... demasiado miedo.
La sangre joven borrará de un plumazo la vieja...
Tenía razón, esto está pasando de castaño a castaño oscuro.
Finalmente, el maldito orejillas se empieza a reir, reir como un loco. Alzo las cejas con incredulidad. Sí que se está pasando el tío. Esto ya es demasiado. Me dispongo a decirle unas palabras cuando... cuando se lleva la mano a la cabeza, como si le doliera. Sale de allí, posiblemente hacia su despacho. No puede ser.... parece como si estuviera... pálido. ¿Está enfermo? ¿O no? Sacudo la cabeza, intentando quitarme esos pensamientos de la cabeza.
Me acerco a Abel y le pongo la mano en el hombro:
-Tronco, deberías relajarte. Supongo que no debe de ser fácil pero, pero quizás debas escuchar al orejas. Sé que no es fácil hacerle caso, escucharle: yo también le odio, pero en el fondo, es nuestra única baza. Conoce muy bien este sitio... y la magia. Magia que podría ayudarte. Yo no te digo nada más, pero quizás, deberías de pensar en ello. Sé que se ha pasado pero... piénsalo por favor, piénsalo antes de que nos quemes a todos-dicho esto, me acerco a Clarisse y, mientras deposito un suave beso el los labios, la acaricio la mejilla-. Me voy a mi cuarto, mi niña. Tengo que seguir trabajando en lo de los discos de vinilo, no quisiera defraudar a mi querido público-bromeo. Salgo de la enfermería y me encamino hacia mi habitación.
Mi Krailk te echará de menos.. y también felices fiestas ^^
Sus manos encima de mi cuello. Disfruto de su tacto el máximo tiempo que puedo, hasta que, finalmente, se separa de mí, jadeando. Yo también estoy en las mismas, intentando recobrar el aire perdido, aunque posiblemente, no lo conseguré hasta que pase mucho tiempo. Pero mucho. El mal presentimiento se aleja de mí, raudo como el viento, para aparecer de nuevo, cuando Clare desvía la mirada del orejas muy rápido... demasiado, quizás. Me pregunto en mi interior que la tuvo que hacer el primer día que nos vimos, para haberla traumatizado tanto..
Y ahora, como no, Abel y compañía están como siempre discutiendo. Tenía razón, las chispitas están empezando a crecer, para convertirse en enormes llamas que pronto empezarán a incendiar la Torre, con todos nosotros dentro. Las ácidas palabras de Abel me hacen sentir un escalofrío involuntario que me recorre por toda la columna, hasta poner los pelos de mi cabeza rubia en punta. Y por una vez, tengo verdadero miedo de Abel; miedo de lo que se está convirtiendo: un monstruo. Sé que Abel es Abel, y que siempre ha sido así, sin embargo... esto parece superarle demasiado, se está pasando demasiado y... eso me da miedo... demasiado miedo.
La sangre joven borrará de un plumazo la vieja...
Tenía razón, esto está pasando de castaño a castaño oscuro.
Finalmente, el maldito orejillas se empieza a reir, reir como un loco. Alzo las cejas con incredulidad. Sí que se está pasando el tío. Esto ya es demasiado. Me dispongo a decirle unas palabras cuando... cuando se lleva la mano a la cabeza, como si le doliera. Sale de allí, posiblemente hacia su despacho. No puede ser.... parece como si estuviera... pálido. ¿Está enfermo? ¿O no? Sacudo la cabeza, intentando quitarme esos pensamientos de la cabeza.
Me acerco a Abel y le pongo la mano en el hombro:
-Tronco, deberías relajarte. Supongo que no debe de ser fácil pero, pero quizás debas escuchar al orejas. Sé que no es fácil hacerle caso, escucharle: yo también le odio, pero en el fondo, es nuestra única baza. Conoce muy bien este sitio... y la magia. Magia que podría ayudarte. Yo no te digo nada más, pero quizás, deberías de pensar en ello. Sé que se ha pasado pero... piénsalo por favor, piénsalo antes de que nos quemes a todos-dicho esto, me acerco a Clarisse y, mientras deposito un suave beso el los labios, la acaricio la mejilla-. Me voy a mi cuarto, mi niña. Tengo que seguir trabajando en lo de los discos de vinilo, no quisiera defraudar a mi querido público-bromeo. Salgo de la enfermería y me encamino hacia mi habitación.
Mi Krailk te echará de menos.. y también felices fiestas ^^
Krailk- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 21/12/2009
Localización : En un lugar muy lejano, atrapada entre el odio y el amor... desearía poder sólamente amar pero el odio es tan fuerte...
Re: La Enfermería
Volví. Wojojo xD
Observé a Vharriel con la misma incredulidad de Krailk. ¿Qué le pasaba ahora? ¿Por qué se estaba riendo de esa manera? Y luego parecía haberse puesto malo de repente. Sacudí la cabeza, atónita. ¿Es que nunca iban a parar de suceder cosas extrañas? Aunque, claro estaba, teniendo en cuenta que ahora estaba en un mundo que rebosaba magia con por los cuatro costados, y que yo misma no era más que una aprendiza de este arte, o don, como se le quisiera llamar.
Sentí que me mareaba, y me llevé una mano a la frente.
Tantas cosas habían sucedido en tan poco tiempo... ¿por qué mi vida, o mejor dicho, nuestras vidas, habían dado un giro tan drástico?
No fui casi consciente de que Krailk se alejaba de mí para charlar con Abel, aunque sí lo fue cuando volvió y depositó un beso en mis labios. Le miré intentando disipar toda la melancolía de la que me había visto presa durante unos instantes, y sonreí ante su comentario de los discos de vinilo.
Le observé marchar, camino de su habitación, cuando me di cuenta de que Abel seguía allí, y que no me apetecía nada estar con él; de pronto, tenía unas ganas locas de estar sola. Así pues, y con el objetivo de despejarme la mente, salí de la enfermería mientras mis pasos me dirigían al exterior de la Torre.
Observé a Vharriel con la misma incredulidad de Krailk. ¿Qué le pasaba ahora? ¿Por qué se estaba riendo de esa manera? Y luego parecía haberse puesto malo de repente. Sacudí la cabeza, atónita. ¿Es que nunca iban a parar de suceder cosas extrañas? Aunque, claro estaba, teniendo en cuenta que ahora estaba en un mundo que rebosaba magia con por los cuatro costados, y que yo misma no era más que una aprendiza de este arte, o don, como se le quisiera llamar.
Sentí que me mareaba, y me llevé una mano a la frente.
Tantas cosas habían sucedido en tan poco tiempo... ¿por qué mi vida, o mejor dicho, nuestras vidas, habían dado un giro tan drástico?
No fui casi consciente de que Krailk se alejaba de mí para charlar con Abel, aunque sí lo fue cuando volvió y depositó un beso en mis labios. Le miré intentando disipar toda la melancolía de la que me había visto presa durante unos instantes, y sonreí ante su comentario de los discos de vinilo.
Le observé marchar, camino de su habitación, cuando me di cuenta de que Abel seguía allí, y que no me apetecía nada estar con él; de pronto, tenía unas ganas locas de estar sola. Así pues, y con el objetivo de despejarme la mente, salí de la enfermería mientras mis pasos me dirigían al exterior de la Torre.
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